“La sola y única condición que creo necesaria
para asegurar que la filosofía supere en un futuro cercano
todo lo logrado hasta ahora por los filósofos es
la creación de una escuela de hombres con formación
científica e intereses filosóficos, desvinculada de las
tradiciones pasadas y no extraviada por los métodos
literarios de aquellos que imitan a los antiguos en todo,
excepto en sus méritos.”
Para no ir muy lejos en la
historia, basta para los propósitos de este trabajo simplemente
bosquejar algunas de las principales corrientes filosóficas del
siglo XIX que precedieron a la formación del Círculo de Viena
también llamado “positivismo[1]lógico”. Para ello, utilizaremos como guía un estudio de J.
Padrón ("Interpretaciones históricas acerca del conocimiento
científico", 1992) y también tomaremos algunas orientaciones
dadas por E. Bedford (1994).
§El siglo
XIX, precisamente, fue el gran escenario del debate entre el
discurso ambiguo y el discurso exacto, entre el dogma y la crítica,
entre lo "metafísico" y lo "físico" y, en fin, entre la especulación
y la ciencia. Por una parte, en este siglo se aceleraron los
descubrimientos generadores de tecnología; pero, por otra parte, el
dogma, el escepticismo y el pensamiento ambiguo recibieron un fuerte
impulso de parte del romanticismo, el cual pregonaba la
desconfianza en la razón y en la capacidad sensorial a favor del
sentimiento, la intuición y la emotividad[2].
§También
surgieron otras dos grandes interpretaciones del conocimiento
científico: una, que sitúa la validez del conocimiento en los
mecanismos de la razón (racionalismo) aunque todavía afectada
por ciertas concesiones a la metafísica; otra, que sitúa esa validez
en los datos de los sentidos y de la experiencia
(empirismo).
§La
interpretación racionalista del conocimiento científico, asociada
comúnmente al método deductivo de descubrimiento y comprobación. En
este enfoque se destacan los filósofos y científicos de la época
helenística clásica (prácticamente todos), los filósofos
escolásticos (Sto. Tomás, Duns Scoto...) y ciertos pensadores que
conjugaron la filosofía con la lógica y la matemática (Descartes,
Leibniz y Kant, quien específicamente aplicó el término
"racionalismo" a su propia posición)....”
§La
segunda interpretación, la empirista, privilegia el método
inductivo. El empirismo fue desarrollado principalmente por los
filósofos ingleses Locke, Berkeley, Hume y J. S. Mill. También los
enciclopedistas franceses tomaron las ideas del empirismo. Surgió
como una reacción al racionalismo.
§Pero fue
el empirismo inductivo, mucho más que el racionalismodeductivo, el que evidenció mayores aportes tecnológicos. De
hecho, “la tradición empirista ha sido...antagonista a la
metafísica, y le ha dado a al ciencia un alto valor como medio de
adquisición de conocimiento” (Bedford, 1994). También, según
Bedford, “el establecimiento del empirismo puramente como una
tesis sobre la estructura lógica del conocimiento ha sido un
importante estímulo importante para el desarrollo de la
lógica-matemática” (Ibíd.).
§“De
ahí que el empirismo inductivo, bajo ciertos cánones identificados
con la palabra positivismo, se convirtiera en la primera y más
influyente interpretación del conocimiento científico en el siglo
XX, reaccionando contra el pensamiento anárquico o especulativo y
propugnando el conocimiento riguroso, sometido a reglas de
validación fundadas en la experiencia constatable” (Padrón
1992).
2. El asunto de los
conceptos y los enunciados a
priori
Creemos importante introducir
esta parte a fin de preparar el camino para un mejor entendimiento
de las discusiones que siguen en la próxima. Nuevamente, por razones
prácticas, bosquejaremos las principales ideas al respecto siguiendo
a Bedford (1994).
Las controversias entre
los racionalistas y empiristas tuvieron al menos dos fuentes
importantes relacionadas con los conceptos a priori y con los
enunciados a priori:
Los conceptos
a priori
El racionalismo. Los conceptos a priori
son ideas que, según se afirma, no se derivan de la experiencia
sensible sino que son producidas independientemente por la razón o
por el intelecto. Los racionalistas admiten que algunos conceptos
son empíricos (por ejemplo que derivamos nuestra idea de lo rojo
de nuestra experiencia de ver objetos rojos), pero mantienen que
el conocimiento que tenemos del mundo también implica conceptos a
priori como los de causa y sustancia.
El
empirismo. Bajo este enfoque es
fundamental negar la existencia de tales ideas. Los empiristas,
por tanto, argumentan que o bien los pretendidos conceptos a
priori pueden ser analizados o descompuestos en una combinación de
conceptos más simples que se derivan de la experiencia, o bien en
ocasiones, de manera más radical, que no son conceptos genuinos
(por ejemplo, que «Sustancia», en cuanto que término metafísico,
es simplemente una palabra a la que no se puede asignar ningún
significado).
Los enunciados a priori
El
empirismo. Generalmente se está de acuerdo
en que todas las verdades necesarias son a priori puesto
que de la experiencia lo único que podemos aprender es que ha
ocurrido y que es probable que ocurra, y no que deba ser así. Los
empiristas, que creen que no tenemos ningún medio de adquirir
conocimiento, excepto mediante la observación de lo que ocurre
realmente, afirman que las verdades necesarias son verdaderas por
definición, o analíticas.
El
racionalismo. Los racionalistas mantienen
que algunos enunciados a priori son sintéticos; esto es,
que nos dicen algo acerca de la naturaleza del mundo. La aserción
“todo evento debe tener una causa” por ejemplo, se ha dicho que es
un principio auto evidente de este tipo: a priori porque
establece una conexión necesaria, y sintético porque no es
simplemente verdadero por definición (como “todo efecto tiene una
causa”).
Nota final: Es característico del
empirismo negar que la razón pueda asegurarnos la verdad de un
enunciado genuinamente sintético y, por tanto, que cualquier
proposición pueda ser a la vez a priori y sintética.
Como bien apunta Bedford, “como resultado de su desacuerdo
en estas cuestiones de principio, racionalistas y empiristas tienen
actitudes muy distintas respecto a la ciencia natural y la
metafísica”. En otras palabras,
Los
racionalistas se han inclinado, hablando en general, a pensar que
las creencias basadas en la experiencia estaban infectadas por el
error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo
mediante la percepción sensible, que es confusa, sino mediante la
especulación metafísica. Pero precisamente porque la metafísica
pretende proporcionar conocimiento de una realidad que trasciende
la experiencia, la investigación metafísica depende de que
tengamos conceptos a priori.
La
tradición empirista ha sido por tanto antagonista de la
metafísica, y le ha dado a la ciencia un alto valor como medio de
adquisición del conocimiento.
3. Matemáticas y empirismo
Una aplicación típica de los principios empiristas es la
efectuada en la teoría de la matemática. Siempre se había
considerado a la matemática como un baluarte del racionalismo,
puesto que, a primera vista, las proposiciones matemáticas son a
priori y sintéticas. 7+5=12: parece cierto tanto que esto
debe ser así como que es verdad con respecto a objetos que podemos
conocer antes de cualquier experiencia de ellos.
Los empiristas han respondido a este desafío de dos
formas: o negando el carácter a priori de la matemática o
bien el carácter sintético:
El primer
curso es el que tomó J. S. Mill que trata a la matemática como una
generalización a partir de la experiencia. Según él, 7 + 5 = 12,
es una ley de la naturaleza basada en la observación. Sin embargo,
si la aritmética no es necesariamente verdadera y solamente es
establecida por la experiencia, queda la posibilidad de que
pudiera ser falsificada por la experiencia, por difícil que pueda
ser imaginar cómo sería esa experiencia. Pocos empiristas han
estado dispuestos a admitir esta paradoja.
Generalmente han tomado la otra alternativa, la de afirmar
que la matemática es analítica, y no sintética. Según este punto
de vista, las proposiciones matemáticas son verdaderas por
definición. 7 + 5 = 12 es una verdad necesaria sólo porque
definimos «7», «+», «5», «=» y «12», de tal modo que esto sea así.
Por tanto, la matemática no nos da, como pensaban los
racionalistas ninguna información sobre la naturaleza del mundo.
El positivismo lógico del Círculo de Viena endosaría esta tesis.
II. EL POSITIVISMO LÓGICO
DEL CIRCULO DE VIENA
1. Sus principales
pensadores
De acuerdo con Urmson “El Círculo de Viena se originó a
comienzos de los años veinte como un grupo de discusión informal en
la Universidad de Viena, presidido por Moritz Schlick. Entre los
miembros más prominentes se contaban Rudolf Carnap, Otto Neurath,
Friedrich Waismann, Philipp Frank, Hans Hahn, Herbert Feigl, Victor
Kraft, Felix Kaufmann y Kurt Godel. Otros asociados, más o menos
remotos en la distancia, en el tiempo o en la opinión, fueron Hans
Reichenbach, Carl Hempel, Karl Menger, Richard von Mises, Joergen
Joergensen, Charles W. Morris y A. J. Ayer. Muchos componentes del
círculo original no eran filósofos, sino matemáticos, físicos y
científicos sociales, que compartían un interés común por la
filosofía de la ciencia y un disgusto común por la metafísica
académica que entonces prevalecía en Alemania y en Europa
Central” (Urmson, 1994).
Estos pensadores seguían la tradición positivista de D.
Hume y se “puso el epíteto de “lógico”, porque ellos pretendían
añadir los descubrimientos de la lógica moderna; en particular
creían que simbolismo lógico que ha sido desarrollado por Frege,
Peano y Russell les sería útil” (Ayer, 1959).
2. Sus raíces y fuentes de
inspiración
2.1. Las raíces del
Empirismo Lógico.
El Empirismo Lógico del
Círculo de Viena hunde sus raíces en dos elementos fundamentales: la
concepción de la verdad de Aristóteles y el positivismo o empirismo
clásico de D. Hume y A. Comte.
La teoría de la
verdad de Aristóteles: La concepción clásica de la verdad formulada por
Aristóteles enunciaba una correspondencia entre el decir y el ser:
decir las cosas como son era sinónimo de discurso verdadero. El
Círculo de Viena reformuló esta concepción, y estableció ahora que
la concepción de la verdad era una correspondencia entre
proposiciones y hechos. Es decir, los enunciados científicos pueden
ser verificados en la medida que se correspondan con los hechos o
que las observaciones empíricas han de concordar con las
predicciones de la ciencia.
El
empirismo: La
tesis fundamental de todo empirismo, antes y después de Hume y
Comte, es que la única fuente de conocimiento es la experiencia
sensible. El positivismo lógico es un desarrollo ligado a la gran
corriente de los filósofos empiristas ingleses como Francis Bacon
(1561-1626), T. Hobbes (1588-1679), J. Locke (1632-1704), Berkeley
(1685-1753), D. Hume (1711-1776), J. S. Mill
(1806-1873).
2.2. Las fuentes de
inspiración.
Padrón (1992) señala
que “las posiciones del Círculo de Viena estuvieron directamente
influenciadas por cuatro antecedentes básicos, los primeros
dos de carácter filosófico, el tercero de carácter histórico y el
otro de carácter instrumental.
En primer lugar, el
"empirio-criticismo" del físico austríaco Ernst Mach....con fuertes
implicaciones neopositivistas, el cual sólo reconocía como datos
válidos de conocimiento aquellos elementos ubicados en la
experiencia y traducidos en señales de captación sensorial,
excluyendo todo enunciado `a priori' y todo juicio que no pudiera
ser confrontado con datos sensoriales.
En segundo lugar,
las posiciones de Viena se apoyaron en el "análisis lógico del
conocimiento" de Wittgenstein... así como en sus tesis sobre la
naturaleza "analítica" de la Lógica y la Matemática y en sus
críticas a la filosofía especulativa.
En tercer lugar, y
como influencia de tipo histórico, la revolución de la Física
Cuántica fue interpretada como demostración del carácter analítico
de la ciencia y de la fuerza del pensamiento riguroso orientado
hacia los hechos observables y hacia los mecanismos de
comprobación....
En cuarto lugar,
como antecedente de carácter instrumental, las herramientas de la
lógica matemática, consolidada unos veinte años antes en los
"Principia Mathematica" de Russell y Whitehead y profundizada por
los lógicos polacos y los trabajos de Hilbert, ofrecieron al
Círculo de Viena un importante aparato para traducir datos de
conocimiento empírico a un lenguaje preciso, riguroso e inequívoco
que concibieron como modelo del lenguaje científico: de allí las
célebres expresiones "empirismo lógico" y "atomismo lógico" con que
se identificó el Círculo (la Lógica de
Bertrand Russell había distinguido entre hechos/ proposiciones
"atómicos" y hechos/proposiciones "moleculares")”.
En resumen:
Dos antecedentes de carácter
filosófico:
Neopositivismo de E.
Mach: En esta
postura se negaba todo tipo de elementos a priori en las
ciencias empíricas[3].
El Tractatus de
Wittgenstein: En
su obra, Wittgenstein, discípulo de Russell, vinculaba la
tradición empirista con la nueva lógica-matemática[4].
Antecedentes de carácter
histórico e instrumental:
Carácter histórico: La revolución de la
física a comienzos del siglo XX. Las contribuciones de Einstein para la
compresión de la estructura del espacio-tiempo y de la
gravitación, y la de la Mecánica Cuántica para la comprensión de
la estructura atómica y nuclear.
Carácter instrumental: La
lógica-matemática: La creación de la lógica-matemática por B. Russell
y A. Whitehead en 1905. También las investigaciones de G. Frege y
el mismo Russell sobre la naturaleza de la representación
lingüística. Estos aportes propiciaron la construcción de un
lenguaje lógico, principalmente por R. Carnap, elaborado a partir
de ciertas proposiciones que permitirían “el análisis de
los conceptos científicos y la clarificación de los problemas
filosóficos” (Carnap,1992).
Así que el positivismo lógico “como una forma mas extrema
y sofisticada del positivismo, es una teoría de la ciencia que
plantea que el único tipo de conocimiento no analítico válido es el
conocimiento científico; este conocimiento consiste en la
descripción precisa de modelos teóricos invariantes en el tiempo y
en el espacio elaborados a partir de los fenómenos observados”
(Damiani, 1997).
3. Su
proyecto
El proyecto del Círculo de
Viena estribaba “en conformar una filosofía científica. Las
matemáticas y la lógica, así como la física, son los grandes modelos
a los que deben toda forma de discurso científico. El programa
positivista de Comte en el Siglo XIX debía ser culminado,
convirtiendo la biología, la psicología y la sociología en ciencias
positivas. La unificación de la ciencia debe llevarse a cabo
reduciendo todas las proposiciones observacionales a lenguaje
fisicalista, con lo cual se mostraría que existe un núcleo común a
todas las ciencias positivas” (Echeverría, 1989). Y su proyecto
institucional era la elaboración de la Enciclopedia para la Ciencia
Unificada (Ibíd.).
4. Sus principales
características
4.1. El llamado giro
lingüístico.
El Círculo de Viena desplazó el foco de observación
desde la conciencia individual (la orientación seguida desde
Descartes, en Kant y en el idealismo alemán) al lenguaje (Bedford,
1994). Y partir de allí, junto con otros elementos ya mencionados,
el empirismo o positivismo lógico construyó una doctrina sobre la
estructura lógica del conocimiento científico. De esta manera, el
Círculo de Viena distinguió, o al menos propuso distinguir, la
ciencia de la metafísica (y de cualquier otro conocimiento)
basándose en un criterio epistemológico de significatividad
cognoscitiva. Esto le permitió “al positivismo lógico aplicar
radicalmente la navaja de Ockham[5],
descartando del pensamiento científico numerosos conceptos y
trabajos llevados a cabo por la filosofía especulativa” (Echeverría,
1989).
4.2. Características
del Círculo de Viena: (ver Urmson, 1994).
4.2.1. Características
generales
a)Un empirismo total. El cual se apoyaba en
los recursos de la lógica moderna y en los logros de la física
moderna. Desde el punto de vista metodológico las ciencias empíricas
están basadas en la inducción[6].
b)Un empleo de la
lógica-simbólica. Usada como un instrumento para deslindar
entre distintos lenguajes y sus relaciones tanto en sus aspectos
formales (sintaxis-lógica) como en su contenido o referencias a lo
real (semántica).
c)Un rechazo a la metafísica y a la
teología. En línea con el pensamiento de la
Ilustración, los pensadores del Círculo de Viena (ya formados en el
escepticismo) fomentaron un repudio hacia la metafísica por estar
fuera de lo que era concebido como lo “sensible” y empírico. La
acusación básica contra la metafísica estaba centrada en que sus
proposiciones carecían de significado. Es decir, las proposiciones
de la metafísica carecen de sentido en virtud de que no tienen
relación con los hechos; ya que éstas no están construidas en base
de proposiciones elementales.
d)Una restricción del
dominio de la filosofía. El espacio de acción de la filosofía fue casi literalmente
reducida a la tarea de eliminar sus propios problemas.
e)Un fisicalismo: Todos los enunciados
empíricos pueden ser expresados en el lenguaje de la física. Este
fue el fundamento teórico a favor de la unidad de la ciencia. Esta
propuesta inicial de un lenguaje fisicalista estuvo ligada a los
cambios dramáticos de la física en las tres primeras décadas del
siglo XX originados principalmente en la teorías de la relatividad
de Einstein y en la Mecánica Cuántica.
4.2.2. Característica
epistemológica esencial: El Principio de
Verificación
Los elementos anteriores permitían configurar el
Principio de Verificación, que es la característica esencial del
positivismo lógico. De hecho, el objetivo fundamental de la
metodología era “formular y legitimar una regla de aceptación de
los enunciados conforme a la convicción fundamental según la cual
una proposición científica debe ser aceptada sólo cuando es
verdadera” (Damiani, 1997). Para concretar esta norma es
necesario un método, un criterio de significatividad, que permita
establecer si determinada proposición es o no verdadera. En otras
palabras, “de acuerdo con el neopositivismo el método de la
ciencia debe ofrecernos una estrategia infalible para el hallazgo de
la verdad” (Ibíd.). Se estimaba ofrecer criterios de
racionalidad científica, buscaba discriminar con certeza absoluto la
ciencia de la pseudo-ciencia. De modo pues que, “el concepto de
significado establece una línea de demarcación entre las
proposiciones significantes de las ciencias empíricas y los
enunciados insensatos de la metafísica” (Damiani). En resumen, el
positivismo lógico utiliza como criterio de significatividad de las
ciencias fácticas el principio de verificación que sirve como
criterio de demarcación del discurso científico del no
científico”[7]
(Damiani).
Ahora bien, el principio de verificabilidad
funciona “solamente en la medida que se conceda una autoridad
particular a una clase específica de proposiciones empíricas cuya
certeza no puede ser cuestionada: debe establecerse una fuente
segura que nos proporcione conocimiento real, como fundamento
epistemológico sobre el cual construir el edificio de la
ciencia...La teoría de la verificación o del significado, que es la
característica definidora de la epistemología neopositivista, ofrece
los medios para distinguir los enunciados con y sin significado; se
entiende por verificación el procedimiento adoptado mediante el cual
se comprueba la verdad o falsedad de algún enunciado” (Damiani).
4.2.2. Los Principios del
Positivismo
Los principios originales del positivismo
lógico, y que luego se debilitarían con el transcurso del tiempo,
son los siguientes:
1.El principio del Empirismo; según el cual todo
conocimiento (no analítico) depende de la experiencia,
y
2.El principio del significado
cognoscitivo; de acuerdo con el cual la significación cognitiva de
un enunciado es tal, solo si es (a) analítico o autocontradictorio
(como en el caso de las ciencias formales como la lógica y las
matemáticas) o (b) puede ser verificado
experimentalmente.
4.3. Las cuatro tesis básicas
del Círculo de Viena
De acuerdo con Padrón (1992)
la escuela del Círculo de Viena produjo cuatro tesis bien definidas
que interpretan el conocimiento científico, a saber, el criterio de
demarcación (principio de verificación), el lenguaje lógico, la
unificación de la ciencia y la inducción probabilista. Los tres
primeras constituyen las tesis básicas producidas por el Circulo de
Viena; las cuales sufrieron un sinnúmero de revisiones y
modificaciones, algunas fáciles de captar, otras, realmente difícil
de entenderlas. La última tesis es un producto indirecto del Circulo
de Viena y se debe a Carnap y forma parte de lo que se ha llamado la
segunda fase del positivismo lógico. En la siguiente sección
entraremos a una descripción sucinta de las tres primeras tesis: sus
fundamentos y sus respectivas evoluciones, hasta arribar a la cuarta
tesis.
5. Su
objetivo
El positivismo lógico
estableció como meta alcanzar los siguientes objetivos
fundamentales: (1) Dar a la ciencia una base positiva y (2) adoptar
el análisis lógico del lenguaje, de los conceptos de la ciencia
empírica (y mediante estos recursos demostrar la inutilidad de la
metafísica).
6. Su
metodología
El neopositivismo pretendía
alcanzar sus objetivos mediante su particular método científico que
constaba de dos factores: la verificación empírica y el análisis
lógico del lenguaje.
7. Etapas del Positivismo
Lógico
Primera
fase: El Círculo
de Viena (1929-1936). Sostenía la idea de una verificación
concluyente de los enunciados científicos a partir de las
proposiciones elementales. Alrededor de esta idea se articularon los
argumentos y postura originales del Circulo de Viena.
Segunda
fase: La
Concepción Heredada (1936-). Debido a la dificultad sobre este punto
es preferible citar textualmente a Padrón: “A pesar de su impacto
inicial y de su enorme influencia, estas tesis se vieron sometidas a
crítica por otros filósofos de la ciencia que, aunque
coincidían en los aspectos básicos ya planteados, disentían en otros
más específicos (Quine, Putnam, Toulmin, Hanson, Nagel, etc.). Los
mismos integrantes del Círculo fueron haciendo revisiones y
rectificaciones propias (Carnap, especialmente, Hempel y otros). De
estas críticas y revisiones nació una ulterior interpretación del
conocimiento científico que respetaba las bases del Círculo, pero
que imponía modificaciones y correcciones de interés. En esencia, se
abandonó el "empirismo ingenuo" implícito en las tesis iniciales; se
reajustó el concepto de "reglas de correspondencia" entre los planos
teórico y observacional. Volviendo a Whewell, quien casi un siglo
antes sostenía la relatividad de la distinción "teórico/empírico",
advirtiendo...que "nuestras percepciones envuelven nuestras ideas"
(lo cual Hanson parafraseó al decir que toda observación está
"cargada de teoría"); se hizo más flexible el concepto de
"reducción" de unas teorías a otras y se amplió el modelo de las
teorías científicas para dar cabida a otras opciones válidas. Todas
estas revisiones y ajustes conformaron una diferente interpretación
que se divulgó bajo el término "Received View" o "Concepción
Heredada" que, en pocas palabras, consistió en una versión menos
radical y más reflexiva de las tesis del Círculo de Viena”
(Padrón, 1992).
III. LAS TESIS DEL CIRCULO DE VIENA
1. Las tesis básicas del
Círculo de Viena
Siguiendo a Padrón (Ibíd.)
mencionaremos algunas líneas que las definen.
El criterio de
demarcación:
·Lo que
esencialmente distingue al conocimiento científico frente a otros
tipos de conocimiento es su verificabilidad con respecto a los
hechos constatables.
·Un
enunciado científico aceptable será sólo aquél que resulte verdadero
al ser comparado con los hechos objetivos. Así, la verificación
empírica constituye el criterio específico de demarcación entre
ciencia y no-ciencia.
El lenguaje
lógico:
·Los
enunciados serán científicos sólo si pueden ser expresados a través
de símbolos y si pueden ser relacionados entre sí mediante
operaciones sintácticas de un lenguaje formalizado (independiente de
su contenido significativo).
·Los
enunciados científicos estarán dotados de una expresión sintáctica,
formal o simbólica, por una parte, y de una correspondencia
semántica, significativa o empírica, por otra parte.
·La base
de esta correspondencia estará, por supuesto, en los enunciados
observacionales más concretos dados por la experiencia (lenguaje
"fisicalista").
La unificación de la
ciencia:
·Todo
conocimiento científico, cualquiera sea el sector de la experiencia
sobre el cual se proyecte, estará identificado (construído,
expresado, verificado...) mediante un mismo y único patrón.
·En un
sentido epistemológico y metodológico, no se diferenciarán entre sí
los conocimientos científicos adscritos a distintas áreas de la
realidad. Ya que la realidad constituye globalmente una sola
estructura compacta y coherente (ordenada), también el conocimiento
científico de la misma debe resultar, en definitiva, una misma
construcción igualmente integrada.
·En virtud
de ello, existe una única Filosofía de la Ciencia, es decir, un
único programa de desarrollo científico para toda la humanidad. La
Lógica y la Matemática serán el esquema básico para toda expresión
comunicacional 'verificable' de la 'ciencia'.
La inducción
probabilística:
·La
producción de conocimiento científico comienza por los hechos
evidentes susceptibles de observación, clasificación, medición y
ordenamiento. Sigue con la detección de regularidades y relaciones
constantes y termina con las generalizaciones universales formuladas
mediante leyes y teorías.
·Sin
embargo, dado que el conjunto de todos los datos de una misma clase
suele escapar a las circunstancias de tiempo/espacio del
investigador entonces el proceso de generalización de observaciones
particulares tiene que apoyarse en modelos de probabilidad, base de
los tratamientos estadísticos utilizados actualmente en todas las
áreas de investigación.
·De
acuerdo al concepto de probabilidad, es posible inferir leyes
generales a partir de un subconjunto o muestra representativa de la
totalidad de los casos estudiados. Esto implica que el conocimiento
científico debe tomar en cuenta ciertos índices de error y ciertos
márgenes de confiabilidad previamente
establecidos.
En otras palabras, la tesis
del positivismo lógico se desplazó desde el criterio de
verificación de Wittgenstein (vía deductiva a partir de
proposiciones elementales cuya verdad se establece por la vía de la
observación) hasta llegar a la aplicación de una lógica inductiva.
Luego, el positivismo lógico de la Concepción Heredada estableció la
inducción lógica como método de las ciencias empíricas. La lógica
inductiva permitiría fundamentar el criterio de verificación
empírica en el grado de probabilístico de confirmación de una
determinada hipótesis.
2. La tesis del lenguaje
lógico y sus dificultades
En parte veremos como ocurrió
el desplazamiento recién mencionado. Para ello, vamos a considerar a
grandes rasgos dos de las principales tesis del Círculo de Viena
tales como la tesis de lenguaje lógico y la del criterio de
demarcación; éstas juntas logran confluir para dar forma a la cuarta
tesis: la de la inducción probabilista. En sus respectivos contextos
consideraremos también las modificaciones o evoluciones que
experimentaron. Dejaremos fuera de análisis a la tesis de la
unificación de la ciencia por la sencilla razón que ésta se
modificaba y tomaba cuerpo en virtud de las modificaciones
experimentadas por las tesis anteriores. Vamos a esquematizar los
elementos cruciales de esta tesis y de sus dificultades
inherentes.
2.1 La idea
central
La investigación de la teoría
del conocimiento en términos de la lógica aplicada “se propone
aclarar por medio del análisis lógico el contenido cognoscitivo de
las proposiciones científicas, y con ello la significación de las
palabras que se usan en las proposiciones, conduce a un resultado
positivo y a otro negativo” (Carnap, 1931).
El resultado positivo se ha elaborado en el dominio de la
ciencia empírica; se aclaran los conceptos particulares de las
diversas ramas de la ciencia; se hace ver su conexión
formal-lógica y epistemológica. Aquí se dice que las proposiciones
son significativas dado que tienen sentido en si mismas o pueden
verificarse por medio de la experiencia.
El análisis lógico conduce al resultado negativo de que las
pretendidas proposiciones del dominio de la metafísica
(incluida la filosofía de los valores y la ciencia normativa), son
completamente sin sentido. Con esto se ha alcanzado una superación
radical de la metafísica, que no había sido posible todavía desde
los anteriores puntos de vista antimetafísicos. Aquí se dice que
las proposiciones no son significativas dado que carecen de
sentido.
2.2. El asunto del lenguaje lógico
Un lenguaje consta de un
vocabulario y una sintaxis, es decir, de una colección de palabras
que tienen una significación, y de reglas de la formación de las
proposiciones; esas reglas indican cómo se pueden formar las
proposiciones con las diversas clases de palabras.
Según eso, hay dos clases de
seudo-proposiciones (que tienen lugar en la metafísica):
La proposición contiene una palabra de la cual erróneamente
se ha supuesto que tiene un significado,
Las palabras que entran tienen significado, pero están
dispuestas en una manera opuesta a la sintaxis, de suerte que no
llegan a formar un sentido completo.
2.3. El asunto de las
proposiciones primarias o de protocolo y su
verificación
Las ideas elementales son
como sigue
Toda proposición puede expresarse en un
lenguaje fisicalista
El lenguaje fisicalista tiene como
elementos constituyentes y constitutivos a las proposiciones
protocolares
Las proposiciones protocolares se
refieren a experiencias del sujeto ya sean externas o internas.
Así que la verdad de una proposición elemental podía registrarse
únicamente por la persona por cuya experiencia hacía la
relación.
Una proposición es verificada realmente
por medio de la experiencia que alguien tiene. En la mayoría de
los casos la verificación consistía en la percepción de algún
objeto físico. Pero se sostenía (Russell, Berkeley) que a los
objetos que se perciben había que analizarlos en relación con las
sensaciones que se tienen o con la percepción de los datos
sensoriales (Russell).
Todos los enunciados
científicos y sus leyes están formulados en forma de proposiciones,
las cuales a su vez están formadas por las proposiciones primarias o
elementales. De modo que solo existen dos clases de proposiciones
con significado: las formales y las fácticas que constituyen todo el
escenario posible, según el empirismo lógico del Círculo de Viena,
de la teoría del conocimiento o de la filosofía científica. Esto es,
Las formales: No son proposiciones acerca de la
realidad. En virtud de su forma son ya verdaderas (tautológicas o
analíticas) como las de la matemática o de la lógica. También
entran en esta consideración las contradicciones o negaciones de
estas proposiciones.
Las fácticas: Se refieren a la realidad, es el
conocimiento científico por excelencia. Para estas proposiciones
su verdad o falsedad radica en las proposiciones de protocolo, ya
que son proposiciones de experiencia o empíricas y pertenecen al
dominio de la ciencia empírica.
2.4. Las
dificultades de los proposiciones de
protocolo.
No es difícil ver que el
positivismo lógico proponía la existencia de un homomorfismo[8] entre
las proposiciones protocolares y el dato sensible[9]. Las
proposiciones en las que se expresa el conocimiento científico son
reducibles a proposiciones elementales que se corresponden uno a uno
con el dato sensible de la experiencia. Aquí se puede hablar de un
homomorfismo entre ambas entidades.
Sin embargo, la
caracterización de la realidad por medio de este homomorfismo
enfrentó una serie de dificultades. La objeción mas fuerte tiene que
ver “la condición privada de los objetos a los cuales se suponía que
hacían referencia las proposiciones elementales” (Ayer, 1959). Ello
condujo a su vez a un problema de comunicación. Es decir, “si cada
uno de nosotros está obligado a interpretar cualquier proposición
como si fuese una descripción de sus propias experiencias privadas,
es difícil ver como podemos en modo alguno comunicarlas”
(Ibid). A fin de evitar la imputación de solipsismo que esto
implica y a fin de mantener el carácter intersubjetivo del
conocimiento se propuso “una distinción entre el contenido de la
experiencia y su estructura” (Ibíd).
El “contenido de la
experiencia” se refería a los pensamientos y sentimientos, los
cuales eran incomunicables en el sentido de que cada uno de nosotros
tiene su propia experiencia o percepción del mundo. Estas clase de
experiencias no se pueden verificar ni entender. Pero, lo que si se
puede entender, verificar y comunicar es un conjunto de elementos
del mundo sobre el cual para cada uno de nosotros son semejante.
Esta es la estructura del mundo. “Lo que importa es que la
estructura de nuestros respectivos mundos es lo suficientemente
semejante para que pueda fiarme de la información que él me da. Y
solo en este sentido es como tenemos un lenguaje común”
(Ibid).
Aun así, esta propuesta,
expuesta principalmente por Schlick, fue acusada de conducir a un
“solipsismo múltiple” (ver Ayer, 1959). “La facción mas radical,
encabezada por Neurath y Carnap, no tendría ninguno de estos lapsus
“metafísicos” y prefería asegurar la objetividad de la ciencia aun a
costa de abandonar su base supuestamente sensible” (Urmson,
1994).
Aquí vendría en auxilio el
fisicalismo, formulado por Neurath y aceptado finalmente por Carnap.
El fisicalismo estaba expresado en términos de “enunciados
observacionales, que serían la base de cada uno de las ciencias
positivas” (Echeverría, 1989). Así, vía la tesis del fisicalismo, se
reformuló el homomorfismo ya mencionado en el sentido de que “todas
las ciencias dependen, en última instancia, de protocolos expresados
en términos de objetos y procesos físicos, y que por tanto, todos
los enunciados empíricos pueden ser expresados en el lenguaje de la
física” (Urmson, 1994). Así el homomorfismo queda reformulado en
términos de una correspondencia entre las proposiciones
protocolares[10] y
los enunciados observacionales. Este fue el punto de partida para
una cruzada a favor de la unidad de la ciencia basada en el lenguaje
lógico del Círculo de Viena.
Lo que siguió fue un
distanciamiento del fisicalismo del empirismo, o como dice Padrón:
“En esencia, se abandonó el "empirismo ingenuo" implícito en las
tesis iniciales; se reajustó el concepto de "reglas de
correspondencia" entre los planos teórico y observacional”
Padrón, 1992). Con todo, el distanciamiento iniciado fue ampliado
por Neurath y Carnap, “al proponer que se prescindiese de la
teoría de la verdad como correspondencia” (Urmson, 1994)[11].
El asunto de la teoría de la
verdad también recibiría sus críticas en virtud de la debilidades
inherentes al llamado principio de verificación. Con este asunto
termina la próxima parte, alcanzándose así un cierre completo en los
argumentos aquí esbozados.
3. La evolución de la tesis
del criterio de demarcación y sus dificultades
3.1. Elementos
principales
Bajo este criterio es que se
notan con mayor facilidad la evolución de la tesis del principio de
verificabilidad en el pensamiento de Carnap. Según se ha mostrado
“las tesis de Carnap fueron evolucionando, desde sus posiciones
verificacionistas iniciales hacia una confirmación progresiva, e
incluso de un grado de confirmación de los enunciados empíricos. En
1936 ya admitía la confirmabilidad como criterio, y a partir de 1949
va a desarrollar su teoría del grado de confirmación, que enlazará
el empirismo inicial del Círculo de Viena con la lógica
probabilitaria” (Echeverría, 1989).
Veamos en un bosquejo la
evolución del criterio de demarcación:
1929-1936: El principio o
criterio de verificabilidad
1936-1948: El criterio de
confirmabilidad
1949: El criterio del grado
de confirmación
A continuación vamos a
estudiar brevemente esta evolución.
Intentaremos mostrar como el
criterio o principio de verificabilidad experimentó cambios en su
debido contexto. Resumiendo, el Círculo de Viena
propone:
§Un criterio epistemológico de significatividad.
Una proposición
solo tiene significado si, en principio, puede ser verdadera o
falsa; y ello es posible en virtud de las reglas de la lógica (como
en la matemática pero que no se refiere a la realidad) o través de
la experiencia sensible (como en la física y que se refiere a la
realidad). En este último caso, una proposición fáctica tiene
significado si la experiencia sensible basta para decidir su verdad.
Esto era un criterio de significatividad
empírica.
§Un isomorfismo[12]
entre el criterio se significado y el método de
verificación. Es
obvio que si una proposición solo puede ser verificada por la
experiencia entonces lo que está envuelto es una “simple
identificación del significado y el método de verificación”
(Urmson, 1989)[13]. A
esto también se le llama principio de verificabilidad, el cual
exigía que dicha verificación fuese completa y por medio de la
observación.
Nótese que la “regla de
correspondencia” entre el plano teórico y el plano observacional
quedaba expresada en el homomorfismo lógico ya mencionado; pero
éste, se sustentaba a su vez en el isomorfismo lógico (Véase la nota
7), de lo cual es trivial observar que el primero se sustentaba o
mantenía en pie en virtud del segundo. Estos “morfismos” constituían
los elementos esencia del positivismo lógico; eran su virtud y su
tragedia.
La primera
dificultad:
Relacionada con la
significatividad empíricas de los enunciados analíticos:
El criterio de
epistemológico de significatividad tuvo que excluir de su ámbito de
definición a los enunciados analíticos por las siguientes razones:
“Al depender dicho criterio de las propiedades del condicional
lógico, hubo que matizarlo, dado que toda proposición analítica
sería inferible a partir de un conjunto finito de oraciones
cualesquiera; y asimismo oraciones observacionales contradictorias
entre sí nos permitirían inferir correctamente cualquier
proposición, que de esta manera tendría significación empírica”
(Urmson, 1989). En otras palabras, “las expresiones y fórmulas de
la lógica y de las matemáticas no han de verificarse por ser
analíticas” (Urmson, 1989).
La segunda
dificultad:
Relacionada con el
asunto de la inducción y la paradoja del positivismo lógico.
A pesar de la
restricción del criterio empirista de significado justo ya
mencionado, tal criterio “seguía presentando problemas El
principal de ellos estribaba en que los enunciados universales en
general [como los de la filosofía misma], y mas concretamente las
leyes científicas, quedaban excluidos del edificio de la
ciencia” (Urmson, 1989). En otras palabras: “Si todas las
proposiciones formales pertenecen a la lógica, y todas las
proposiciones fácticas, en un sentido amplio, a las ciencias
empíricas, no es fácil encontrar asilo para las proposiciones de la
filosofía, incluido, desde luego, el principio de verificación
mismo. Wittgenstein, al enfrentarse con esta dificultad, estaba
dispuesto a denunciar incluso que sus propios argumentos para este
fin eran «sin sentido», aunque tenían un carácter importante y
aclaratorio. No queriendo aceptar tal paradoja, el positivismo
lógico estaba dispuesto a garantizar la legitimidad del análisis,
que se convierte así en el deber total de los filósofos. La
filosofía no es una teoría, sino una actividad—la clarificación
lógica de los conceptos, proposiciones y teorías propias de la
ciencia empírica. El principio de verificación era interpretado de
manera similar como una definición, receta o criterio del
significado, y no como una afirmación que pudiera ser verdadera o
falsa” (Urmson, 1989).
De acuerdo con Carnap, “el
análisis lógico pronuncia, pues, el veredicto sobre la carencia de
sentido de todo presunto conocimiento que pretenda ir por encima a
por detrás de la experiencia. Ese veredicto alcanza ante todo a toda
metafísica especulativa....Vale además ese juicio para toda
filosofía de los valores y de las normas, para toda ética y estética
como disciplina normativa. Porque la validez objetiva de un valor o
de una norma no se puede verificar ni deducir de proposiciones
empíricas; no se puede, por lo tanto, enunciar o formular en
absoluto (en una proposición que tenga sentido) aun según la manera
de ver de los filósofos de los valores....Finalmente, el veredicto
alcanza también a aquellas tendencias metafísicas que
desacertadamente se suelen designar como movimientos
epistemológicos, a saber, realismo (en cuanto pretende decir algo
más que el resultado empírico de que los procesos muestran una
cierta regularidad, que hace posible el empleo del método inductivo)
y sus contrarios: el idealismo, el solipsismo, el fenomenalismo y el
positivismo (en el sentido primitivo)” (Carnap,
1931).
Este asunto, resumiendo, del
criterio de significatividad no solo destruía a la metafísica (y
ciertos “ismos”), sino que además la paradoja que surgió debilitaba
ostensiblemente a la filosofía[14]
misma, la cual, según los positivistas lógicos, si “ha de
constituir una rama genuina del conocimiento, tiene que emanciparse
de [sus contenidos metafísicos]” (Ayer, 1959). Y peor aun,
dejaba sin efecto al principio de verificabilidad, el cual, en si
mismo ya tenía problemas como en breve veremos.
La tercera
dificultad
Relacionada con el principio
de verificabilidad o criterio de demarcación
En esta parte veremos las
dificultades del principio de verificabilidad que indujo a los
positivistas lógicos a debilitar su rigidez y moldearlo al punto que
llegase a requerir de una “una proposición [que] sea capaz de ser
en algún grado confirmada o refutada por la experiencia” (Ayer,
1959).
Dado el isomorfismo entre la
significatividad empírica y el principio de verificabilidad, éste
último adolecía de las mismas limitaciones del primero. Es decir,
“este criterio se reveló excesivamente estricto: no es posible
inferir los enunciados generales a partir de los atómicos. Y desde
el punto de vista de la metodología de la ciencia, las leyes
científicas, que son proposiciones cuantificadas universalmente,
constituyen componentes fundamentales en una teoría científica”
(Echeverría, 1989).
Debido a esta dificultad,
debilitaron la “verificación” hasta convertirla en cierta clase de
“confirmación”. Con ello se estaba admitiendo era que: aun cuando
tales leyes no podían ser verificadas directamente “lo que si
puede hacerse es extraer las consecuencias lógicas concretas de una
ley o teoría y comprobar que, efectivamente, la experiencia
ratifica dicho resultados” (Ibíd.). Las negritas son
nuestras.
Pero debe precisarse que este
procedimiento, entre otras cosas, es importante para el asunto de
las predicciones científicas. Es decir, cuando una predicción
teórica ocurre en la realidad[15],
“no puede decirse que la teoría haya quedado totalmente
verificada, pero si tiene lugar una confirmación objetiva de dicha
teoría” (Echeverría, 1989).
Lo peor era lo evidente:
“Una objeción obvia contra el principio de verificación, de la
que pronto se apercibieron los adversarios de los positivistas, es
que el principio no es verificable en por si mismo” (Ayer,
1959). Aparte de ello, el principio de verificabilidad ni en su
forma original ni en su versión “mitigada” de grado de confirmación
o apoyo “nunca ha sido formalizado adecuadamente”
(Ibid).
Ayer criticaba el
convencionalismo del Círculo de Viena en cuanto al uso del principio
de verificación como una definición o receta. Lo que estaba detrás
de tal convencionalismo era la voluntad de ignorar sus dificultades
(Ibid).
Mientras el Círculo de Viena
oscilaba entre la verificación y la simple confirmación surgieron
objeciones provenientes “de los defensores de otro tipo de
teorías sobre la verdad científica, como la teoría de la coherencia
o la concepción pragmática de la verdad”. El punto crucial era
que la “cuestión de la verificación y la confirmación, por otra
parte, está ligada a un tema fundamental para la filosofía: la
teoría de la verdad” (Echeverría, 1989). La objeción básica
consistía en lo siguiente. Aunque el positivismo lógico había
despojado a la formulación original de Aristóteles de sus contenidos
ontológicos y metafísicos, y los reemplazó por el dato sensible, de
todos modos, “desde el punto de vista de la concepción de la
verdad, siguió adherido al criterio clásico de la adequatio o
correspondencia entre proposiciones y hechos” (Ibid, 1989).
De esta manera se producía la
ruptura, o al menos el cuestionamiento, del isomorfismo entre la
significatividad empírica y el principio de verificabilidad.
3.2. El criterio de
confirmabilidad y el de grado de confirmación
Siguiendo a Echeverría (1989)
vamos esquematizar los principales rasgos de este
criterio.
§La
confirmación de un enunciado, según Carnap, es estrictamente lógica:
los datos observacionales han de ser confrontados lógicamente con
las consecuencias que se derivan de una determinada ley o teoría.
§Si en un
momento dado disponemos de una serie de datos, obtenidos por
observación, y de una serie de hipótesis explicativas de esos datos,
hemos de determinar la probabilidad de cada una de las hipótesis con
respecto a las observaciones con que se cuenta en un momento dado.
§La
comparación entre las probabilidades respectivas, que definen el
grado de confirmación de cada hipótesis, nos permite elegir como
hipótesis confirmada aquella que, para unos determinados datos
observados, posee mayor grado de probabilidad.
§Surge así el concepto de grado de confirmación de un
enunciado científico, que conlleva la previa cuantificación de la
noción de confirmación: lo cual es posible apelando a la teoría de
la probabilidad.
§Una
hipótesis posee una probabilidad inductiva, que va aumentando o
disminuyendo según las nuevas observaciones confirmen o no dicha
hipótesis. El valor de una hipótesis va ligado al mayor o menor
número de datos empíricos conformes a dicha hipótesis.
A fin de completar este
panorama, la del corrimiento hacia la probabilidad empírica de las
proposiciones, recurriremos a Echeverría de nuevo: “Una de las
distinciones que, en etapas ulteriores, fue generalmente aceptada
por los miembros del Círculo es la que diferencia verificación y
verificabilidad. Una proposición es verificable cuando, al menos
en principio, es posible llevar a cabo experimentos y observaciones
empíricas concordes con lo dicho en la proposición. En cada momento,
no todas las proposiciones empíricas han sido efectivamente
verificadas, pero sí lo han sido algunas, y las demás son
verificables en principio. Esta corrección, muy importante, matizaba
el criterio de cientificidad inicial. Schlick habló de una
comprobabilidad en principio, mientras que Carnap prefería el
término de verificabilidad en principio. Asimismo Ayer[16]introdujo otro matiz, al distinguir entre verificabilidad en
sentido fuerte, cuando una proposición puede quedar establecida
concluyentemente por medio de la experiencia, y verificabilidad en
sentido débil, cuando la experiencia sólo permite determinar que esa
proposición es probable en un grado lo suficientemente elevado.
Surge así un nuevo concepto de verificación, cuyos orígenes están en
Reichenbach y en el propio Carnap: el probabilístico, ligado a las
investigaciones que se llevaron a cabo en esa época sobre lógica
inductiva y lógica probabilitaria” (Ibid). Las negritas son
nuestras.
Conclusión.
“Consiguientemente, el científico admite unas u otras hipótesis
en función del aumento de su grado de confirmación. Hay una
lógica inductiva, de base netamente probabilista, subyacente a las
teorías empíricas. Lejos ya del criterio wittgensteiniano de la
verificación concluyente, por vía deductiva a partir de unas
proposiciones elementales cuya verdad ha sido sólidamente
establecida por la vía de la observación. En los últimos desarrollos
del Círculo de Viena se acaba apelando a una lógica inductiva, que a
su vez Carnap intentó axiomatizar en forma de cálculo lógico. En la
obra ya mencionada de Rivadulla pueden seguirse las sucesivas
tentativas de Carnap en este sentido”. (Echeverría, 1989). Las
negritas son nuestras.
Nótese que, la introducción
de la noción de un grado probabilístico de una determinada hipótesis
disuelve tanto el homomorfismo como el isomorfismo lógico[17].
Finamente, de acuerdo con
Echeverría:
§El
empirismo lógico acabó confluyendo en una afirmación de la inducción
como el método principal de las ciencias empíricas.
§La lógica
inductiva permitiría fundamentar el criterio de significación
empírica, inicialmente basado en la verificabilidad observacional, y
finalmente en el grado probabilístico de confirmación de una
determinada hipótesis.
§Entretanto, y desde otras posturas, se hacían críticas de
principio a las tesis del Círculo de Viena y de sus epígonos. Así
sucedió, en particular, con Popper, quien va a orientar la
metodología científica en un sentido muy distinto.
BIBLIOGRAFÍA
Ayer, A.
(1959):
Logical Positivism. The Free Press, pp.
10-24
Bedford, E.
(1994): Empirismo
en Urmson, J. O: Enciclopedia concisa de Filosofía y
Filósofos. Madrid, pp. 109-112.
Carnap, R.
(1992): Autobiografía Intelectual. Buenos Aires. Piados, p.
29-73
Carnap, R.
La superación de
la metafísica por medio del análisis lógico del lenguaje en
Erkenntnnis, 2, pp. 219-241.
Damiani, L.
(1997):
Epistemología y Ciencia en la Modernidad. Universidad Central
de Venezuela.
Echeverría, J. El círculo de Viena en Introducción a la Metodología de la
Ciencia. Barcanova, pp. 6-21.
Padrón, J.
(1992): Interpretaciones históricas acerca del conocimiento
científico en Aspectos Diferenciales de la Investigación
Educativa. Univ. Simón Rodríguez. Caracas.
Urmson, J. O.
(1994): Positivismo Lógico en Enciclopedia concisa de
Filosofía y Filósofos. Madrid, pp. 318-324.
NOTAS
[0] Reporte realizado como parte de las
actividades de la Unidad II del Seminario de Epistemología I del
Programa de Doctorado en Ciencias Humanas de la Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. Noviembre,
2002
[1] Toma el nombre de
positivismo debido a la clasificación dada por A. Comte quien afirmó
que la humanidad ha experimentado tres etapas en lo que concierne a
su entendimiento del mundo: la mítica, la metafísica-teológica, y la
positiva o saber científico.
[2] “Al comenzar el siglo XX,
el existencialismo añade aún mas fuerza al pensamiento
metafísico, ambiguo e incontrolado” (Padrón,
1992).
[3] “el sistema de conceptos
estaba construidos sobre una base fenomenalista, cuyos elementos
básicos...eran las experiencias...La motivación principal de mi
elección de una base fenomenalista era la intención de representar
no sólo las relaciones lógicas, sino también las relaciones
epistemológicas igualmente importantes” (Carnap, 1992).
[4] Wittgenstein estableció
“una dependencia lógica entre los enunciados científicos y las
proposiciones elementales (cuyo equivalente en el Círculo de Viena
son las protocolares): La proposición es una función de verdad de
la proposición elemental”(Echeverría,
1989).
[5] Referido al principio de
Ockham de no multiplicar los entes mas allá de lo estrictamente
necesario.
[6] “Las leyes científicas y,
en general, los enunciados utilizados por los científicos, surgirían
a partir de proposiciones protocolares por vía inductiva”
(Echeverría, 1989).
[7] “Los verificacionistas
juzgan que la expresión “carente de significado” debe interpretarse
como “fácticamente insignificante”, sin valor de verdad,
ininteligible” (Damiani)
[8] Creemos que es pertinente
el uso de este término aquí. Nótese que los griegos usaban la
palabra homoioma para referirse a algo para referirse que era
semejante, pero no igual. De aquí que es posible decir, en nuestro
contexto, que la correspondencia entre las proposiciones
protocolares y el dato sensible es de carácter homomórfico. En este
caso podemos hablar de un “homomorfismo
lógico”.
[9] En sus inicios, en el
Círculo de Viena “prevaleció el modo de pensar que esas
proposiciones se referían a las experiencias internas o externas del
sujeto. Este punto de vista se adoptó porque parecía seguirse de la
adecuación del sentido de una proposición con el método de su
verificación. Porque, en última instancia, una proposición es
verificada por medio de alguna experiencia que alguien tiene” (Ayer,
1959). Esto, como veremos mas adelante, también trajo sus propios
problemas.
[10] Pero “las proposiciones
protocolares requieren verificación, y están regidas por el criterio
empirista de significado” (Echeverría, 1989). Esto será ampliado mas
adelante.
[11] “El paralelismo entre
lenguaje y hecho es un rasgo esencial, aunque sospechosamente
metafísico de la teoría de significado de Wittgenstein, puesto que,
según el mismo mostró, la relación extralinguística que involucra es
inexpresable dentro de los recursos del lenguaje” (Urmson,
1994).
[12] En el idioma griego se
usa la palabra isos para referirse cuando una cosa es igual a
la otra. De aquí que, al identificar el criterio de significatividad
con el principio de verificación, lo que estamos es hablando de un
isomorfismo. Este caso podría decirse que es un isomorfismo lógico
en el sentido del Círculo de Viena.
[13] Este es “el famoso lema
de que el sentido de una proposición consiste en su método de
verificación” (Ayer, 1959).
[14] “No queriendo aceptar tal
paradoja, el positivismo lógico estaba dispuesto a garantizar la
legitimidad del análisis, que se convierte en el deber total de los
filósofos. La filosofía no es una teoría, sino una actividad...El
principio de verificación era interpretado de manera similar como
una definición, receta o criterio del significado, y no como una
afirmación que pudiera ser verdadera o falsa” (Urmson, 1994).
[15] Como por ejemplo, cuando
la observación astronómica mostró la existencia de Plutón predicho
por la mecánica celeste de Newton, o la desviación de la luz de las
estrellas por efectos de la gravitación del sol predicha por la
relatividad de Einstein.
[16] Para las objeciones a la
propuesta de Ayer véase J. O. Urmson, 1994.
[17] Por la sencilla razón que
la correspondencia ya no es “uno a uno”.